lunes, 17 de mayo de 2010

Subiendo al Chorro.

Siguiendo con mis paseos por los alrededores de la Granja, el otro día subí al Chorro.
Una cascada de más de 50 metros, de fácil acceso y apenas a dos kilómetros de la Granja.

Aprovechando que, con el fin del deshielo, el arroyo del Chorro Grande lleva su mayor caudal, ¿Qué mejor paseo para un domingo por la mañana?

Nuestro paseo comienza a la entrada de la urbanización Caserío de Urgel, junto a la tapia norte de los Jardines del Palacio de la Granja.
Aunque nuestro objetivo lo habremos visto ya mucho antes. Antes de llegar a la Granja, al enfilar la bajada hacia el embalse del Pontón, al fondo, al la izquierda del palacio, veremos una franja de plata que reluce al sol sobre el gris del granito:
La Cascada del Chorro.

Dejamos el coche y atravesamos la urbanización por la Calle del Camino del Chorro.
Al fondo, cuando la calle gira hacia la derecha, nos desviamos por un corto ramal que sale a nuestra izquierda y que está cerrado por una cancilla.
Abrimos la cancilla y cruzamos, teniendo cuidado en dejarla como estaba. Atravesamos fincas privadas que pueden tener ganado suelto y conviene tener algunas precauciones y MUCHO respeto.

Bien, hemos abandonado la civilización... o, por lo menos, el asfalto :o)

Ante nosotros se abren tres senderos.
Tomaremos el de en medio y lo seguiremos hasta el final.
El de nuestra derecha sigue el curso de un arroyo, el del Molinillo. Va paralelo a nuestro sendero y un poco más arriba se acerca y de nuevo se separa de él.
El de nuestra izquierda es más ancho y creo que es el camino, digamos, “principal”, aunque no estoy completamente seguro. Otro día que vuelva lo comprobaré…

La senda va subiendo en suave pendiente, atravesando un robledal. Apenas ha pasado una semana desde que subí a la Chorranca y a los robles, aunque todavía desnudos, ya se les empezaban a ver las primeras hojas.

Atravesaremos dos cercas de alambre por pasos habilitados que, a la vez, impiden el paso al ganado.
No conocía dispositivos tan ingeniosos. Es una especie de pasarela, de metro y medio de largo y a unos 10/15 centímetros del suelo, hecha con barrotes de hierro. De modo que un humano puede, tranquilamente, pisar los barrotes y pasar, pero a una vaca, por ejemplo, le resultaría imposible pasar ya que sus pezuñas se hundirían en los huecos entre los barrotes. El animal, al no poder pasar, saca la pata y da marcha atrás.

A medida que vamos subiendo, algunos pinos empiezan a salpicar el robledal. Haciéndose más numerosos cuanto más arriba.
En esas estamos cuando nos encontramos una cacera que desvía parte de las aguas del arroyo del Chorro al del Molinillo. Hecha por los vecinos de la Granja para aumentar el abastecimiento de las huertas del pueblo. La cruzamos de un salto y continuamos.

A estas alturas, deberíamos estar oyendo ya, a nuestra izquierda, el murmullo del arroyo de Chorro.
A pocos metros de la cacera, encontraremos una poza donde bajar a refrescarnos en tardes de calor.

Seguimos el sendero, que transcurre más alto que el cauce, y nos separamos de él durante un rato siguiendo el curso de uno de sus afluentes.
Cruzamos el reguerillo con otro salto (o ni siquiera), remontamos una corta cuesta y salimos a una explanada cubierta de arbustos, aparentemente llamados cambrones. (Sí, yo también le tenido que preguntar a Google qué coño era eso)

A nuestros ojos se muestra el Chorro en todo su esplendor.

Atravesamos la última servidumbre de paso y nos adentramos en el pinar.
La última cuesta es bastante empinada, en algunos tramos puede que tengamos que ayudarnos con las manos, sobre todo los torpes como yo, pero ya estamos aquí.

Desde la cancilla hasta la base de la cascada: 1,8 kilómetros y, sin prisa y con pocas pausas, 35 minutos de paseo.

Aquí nos quedaremos un rato a disfrutar de la caída de agua o de las vistas que se extienden hasta Segovia.
Y, luego, ya, lo que nos dicte nuestra conciencia.

Nos alejaremos de la cascada y torceremos a la derecha para seguir el camino que nos bajará de vuelta a la Granja.
O bien giraremos a la izquierda para continuar la subida hasta la parte superior de la cascada.

Esta segunda parte de la ruta tiene ventajas: Las impresionantes vistas que tendremos cuanto más arriba subamos.
Pero también desventajas: Lo tremendamente empinado del camino, en muchos sitios más una escalera natural que un sendero.

El camino de vuelta no tiene pérdida, es el mismo sendero por el que hemos subido.

En fin, como dije al principio, ¿Qué mejor paseo para una mañana de primavera?
Aunque dicen que las mejores fotos de la cascada se hacen por la tarde, con el sol a nuestras espaldas… habrá que comprobarlo… :o)

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