domingo, 20 de septiembre de 2015

Cabeza de la Yegua

Después de dos meses sin subir nada más que unas escaleras (¡hasta un sexto, eso sí!) de vez en cuando, me he echado al monte de nuevo para hacer una de las subidas más duras con las que me he enfrentado: Desde Peñalba de Santiago hasta Cabeza de la Yegua.

Hace tiempo que me llama la Travesía de los Aquilianos, pero nunca me he atrevido a hacerla… ni me voy a atrever, por lo menos la larga. Pero lo que no se hace de una tacada se puede hacer a plazos, y a ello me puse.


El plan era haberla hecho en vacaciones, pero los planes no siempre salen como uno los planea y, aprovechando un fin de semana no planeado… pues eso.

Dejé el coche en el aparcamiento a la entrada de Peñalba y atravesé el pueblo para coger el sendero Circular de la Tebaida Berciana.
Pasé el cementerio y, en vez de girar a la derecha, hacia la Cueva de San Genadio y Montes de Valdueza, seguí a la izquierda según las indicaciones de los carteles que marcan la Travesía. Un camino sin dificultad… hasta que te tropiezas con el muro. Y tienes que trepar por ahí.
¡Pasando la cresta a la izquierda...!
La senda está balizada con marcas de pintura roja en el suelo, lo que viene muy bien, porque con la pendiente y los encinos (no muy altos, pero más que yo) no ves la cima y el camino no está demasiado marcado (aunque se nota que ha pasado gente)

Este primer tramo de subida es duro. Subes unos 500m de desnivel en poco más de un km.
Lo comparo con la subida a Peñalara por la ruta del Km vertical, desde el Chozo Aranguez. En pendiente allá se van, aunque Peñalara quizá me pareció más cómoda. Al ser por un canchal, es casi como una escalera natural, vas subiendo peldaños de roca en roca. Pero, por otro lado, iba con más cuidado, tanteando los peñascos con los bastones por si había alguno suelto.
Este tramo también me recuerda mucho a la subida por el pinar en la Travesía de Mujer Muerta. No son rocas, es tierra suelta (aunque con aristas de pizarra sobresaliendo aquí y allí, ¡ojo!) y, aunque los encinos son más bajos que los pinos del Guadarrama, también voy por un monte sin más guía que las marcas rojas o la huella que deja en la nieve el que me precede… Bueno, la pendiente de los dos sitios también se parece mucho.

Al salir del encinar y llegar a la zona de pastos de montaña perdí la referencia de las marcas, aunque ya no tenía importancia: La cresta que tenía a mi izquierda y el barranco de la derecha, no me dejaban ir a ningún otro lado…

Llego al primer collado y me tomo un descanso para reponer fuerzas y líquidos. Me alcanzan dos montañeros que me iban comiendo terreno siguiendo y, tras la correspondiente foto con la Aquiana al fondo, siguen hacia el Tuerto.
Antes de seguirlos, me subo a la cresta que se eleva sobre Peñalba para hacer alguna foto.
Peñalba y el valle del Oza
Recojo la mochila y toca afrontar la segunda parte de la subida. Tiene el mismo desnivel, pero, al ser más larga (el doble), se hace más suave menos vertical.

Camino por la cuerda de la loma, entre praderas. El sendero es estrechito pero está bien marcado. La subida no es continua, como en la primera parte, voy como en escalera: unos metros de pendiente suave y otro trozo más vertical.
Sopla el viento y, a medida que voy ganando altura, empieza a molestar y a amenazar con arrancarme el sombrero.
Me quito las gafas de sol en una pausa y me las cuelgo del cuello de la camisa… cuando las voy a buscar de nuevo encuentro el sitio, el viento se las ha llevado sabe dios donde.
El año pasado perdí tres pares de gafas, este solo una… y porque apenas he salido.

Hago otro alto en la cima. Busco un rincón, junto a las casetas de las antenas, donde no me moleste (mucho) el viento y donde comer, beber y disfrutar de las vistas.
Homenaje a Oscar Pollan Tabuyo
Antes de reanudar el camino, miro hacia la cuerda de los Aquilianos, pero eso no será hoy. Hoy seguiré en la otra dirección.

Deshago parte de la ruta para coger el camino hacia el Morredero. Esquivo un rebaño de vacas con varios terneros y ya estoy en la parte alta de las pistas de esquí.
La bajada hasta el pie de pista es pronunciada y, en buena parte, campo a través. Si hay algún sendero está bien camuflado.
Una breve parada junto a la nave, cerrada a estas alturas del año, y cojo por la carretera hacia San Cristóbal de Valdueza.

Al pasar justo por debajo de la cresta donde hace un rato he estado haciendo fotos, me desvío por un camino que, tras unas zetas y una pendiente muy pronunciada, me dejará de nuevo en Peñalba.
Peñalba
El camino de vuelta, aunque cómodo (¡más que la subida!) la verdad es que se me ha hecho un poco largo…

Coche y a casita, que después de 13km por con esa pendiente, se me ha abierto el apetito…

Antes de terminar, una anécdota… que debería haber inmortalizado.
Al pasar por San Clemente de Valdueza la carretera se estrecha (¡Mucho!) y yo siempre he pensado que el camión de la basura no podría pasar por ahí… Bueno, pues me equivocaba.
A la que iba, ocho y media de la mañana o cosa así, ¡me lo tropiezo de frente! Justo cuando terminaba de dejar los contenedores. Pues nada, toca apartarse y esperar a que pase, con cuidado, con mucho cuidado, entre las casas. No me atreví a hacerle la foto… ¡cachis!
Esperando...


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