lunes, 4 de marzo de 2013

Travesía Mujer Muerta 2013

Todo comenzó hace algo más de un año.
Una amiga, compañera habitual de rutas por el monte, comentó que le gustaría hacer una ruta por la Mujer Muerta. Vale, dije yo, busco en Internet rutas y a ver por donde podemos subir, pero te aviso que tiene que ser chungo. Todo esto, por supuesto, pensando en subir con buen tiempo…
Cuando, después de navidad, me dijo que la idea era hacerla ¡en Febrero! Yo le dije ¡Estás loca! ¿Con nieve? Harán falta raquetas, crampones… eso tiene que ser un infierno.

Bueno, loca o no, infierno o no, nos acoplamos a un grupo de montañeros con experiencia y allá que fuimos. El resultado lo he contado aquí y la repetición de la jugada, este 17 de febrero, la cuento ahora…


Eran las 9:20 de la mañana cuando conecté el GPS del móvil para empezar a grabar la ruta en el aparcamiento del Panorámico. Cielo nublado, pero con temperatura bastante agradable.
Primer tramo por la cañada real sin mayor novedad. Algunos grupos nos adelantan y hacemos comentarios del tipo: Deja que pasen, que vayan abriendo camino, que en la nieve se va a notar.

Empezamos a trepar por el pinar y ¡oh sorpresa! ¡No hay nieve…!
La subida es dura y empinada, pero mucho menos penosa que el año pasado, que teníamos nieve suelta casi hasta la rodilla.
Este año nada hasta muy arriba.
De hecho, salimos de entre los pinos y aun pisamos parches de césped entre la nieve. El año pasado estábamos unos cuantos cm por encima.

Hacemos una parada para reagruparnos y disfrutar de las vistas. Estamos por debajo de las nubes pero más arriba la cosa cambiará. La Dama parece que hoy se ha puesto su velo.


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A medida que vamos subiendo nos vamos metiendo entre las nubes y pasas de estar sudando la gota gorda a quedarte frío en nada de tiempo.
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Me he retrasado un poco de mi grupo en la subida a la Pinareja, para hacer algunas fotos y abrigarme, y me veo caminando junto a un chaval joven. Vamos solos.
Las nubes bajas hacen que la visibilidad no sea nula pero casi, y nos vamos guiando por las huellas de los que van delante.
En un momento determinado, mi acompañante se separa hacia un lado. Yo sigo las huellas con la sensación de que uno de los dos se ha perdido… y deseando no ser yo. Vamos caminando en paralelo, apenas viéndonos, a unos 10m uno del otro y, justo cuando empiezo a pensar que igual termino en el Montón de Trigo, su sendero y el mío se juntan y, tras una pequeña trepada, empezamos a ver las siluetas de los que nos precedían.
Hemos llegado a la cabeza.

Me reencuentro con mis compañeros de ruta. Reagruparnos, recuperar fuerzas, mandar un par twits… La parte más dura de la travesía ha quedado atrás.
Ahora tenemos un trozo difícil hasta la Peña del Oso, con un par de pasos complicados.

Empezamos a descender de la Pinareja. Es una bajada muy pronunciada y vamos siguiendo una especie de escalera en la nieve. Algún valiente, que conoce la ruta, se lanza, pero los demás nos lo tomamos con cuidado. Alguno se pone crampones… no son imprescindibles, pero, de tenerlos, tampoco hubieran venido mal.

Al perder altura salimos de las nubes, pero volvemos a entrar enseguida.
Hay un momento, a medida que subimos hacia la barriga, cuando vamos caminando por la cresta, que vemos las huellas de los que nos preceden y, a cada lado, las laderas nevadas que bajan y se funden con la niebla… ¡Y no ves donde!
La sensación era la de estar dentro de una bola de cristal mientras alguien te mira desde fuera.
Lo único que rompía la blancura era el que iba delante de ti, el que iba detrás, las huellas un poco más grises en el suelo y una esfera amarilla allí arriba, detrás de la nube.
Era acojonante en todos los sentidos…

Llegamos a la Peña del Oso y nos reagrupamos.
La visibilidad ha mejorado un poco. Hace frío pero no sopla el viento, así que la sensación térmica no es tan mala como el año pasado.
Hemos pasado, primero, la parte más dura y, ahora, la más difícil de la travesía. Lo siguiente es una bajada larga y tendida hasta el puerto de Pasapán, con la tachuela del alto del mismo nombre, los Pies.

A medida que vamos bajando, notamos que este año hay mucha menos nieve. Y, en las cotas bajas, asoman hierbas y matojos. Hay, incluso, parches de tierra y césped.
Aun así, el primer tramo de bajada desde la Peña del Oso es empinado y algunos se plantean ponerse los crampones. Una chica, que baja muy insegura, acaba sentándose y bajando unos pocos metros en culo-esquí.

Cuando empezamos a subir al alto de Pasapán, nada, comparado con lo que hemos hecho hasta ahora, otra chica se cae unos metros por delante de mí. Cuando llego sus compañeros ya la están asistiendo, ha sido un tirón. Un poco más arriba me vuelvo y ya la veo incorporarse y continuar. Aun así, yo, en su lugar, creo que bajaría cuando llegase al puerto, aun le queda casi media travesía…

Llegando a los Pies, oigo, de pasada, una conversación de una pareja que está parada:
Esta subida es ya la última, ¿No?
Creo que sí.
¡Ingenuos…!

Bajamos al puerto de Pasapán. Hay poca nieve y, en algunos sitios, se va convirtiendo en barro por las pisadas de los montañeros (¡Y algún dominguero…!)
Un poco de chocolate, un twit (estoy retransmitiendo la #travesia) y seguimos.

Decía mi abuela, una mujer muy sabia, que el que tiene que besarle a un perro en el culo, no puede pararse a mirarle el rabo.
La subida que tengo delante de mi bien merece esa frase.
Ponte en situación: Eres novato, es tu primera vez en Mujer Muerta. Has hecho más de media travesía y has pasado lo más chungo. Crees que ya lo tienes todo hecho. Te dicen que esa es la última cuesta. Y empiezas a trepar… sin darte cuenta de que te has metido en una trampa.
Eso me pasó a mí el año pasado. Esta vez ya me lo esperaba…

La subida a la peña de las Majadas es una cuesta de algo menos de 1km con algo más del 20% de desnivel. Y, con lo que ya llevas, se hace dura. Muy dura.
Me ajusto la mochila, agarro firme los bastones y ¡a besarle el culo al perro!

Llego arriba. Ha sido duro, pero ni punto de comparación con el año pasado.
Mis compañeros ya se han hecho fuertes en el refugio y empiezan a sacar las tortillas: que si de ajetes, que si normal, que si con calabacín… la mía es de mejillones.
¡Cuánto tortillero junto…!
Hay dos personas en el control de la organización, uno de ellos, Jerónimo, tiene 80 tacos.
Vale que no haya hecho toda la travesía y que habrá venido por Pasapán, ¡pero es que ha tenido que subir hasta aquí…!

Con las fuerzas ya recuperadas, reanudamos la marcha.
La parte que nos queda es la más cómoda, crestear por la Sierra de Quintanar con apenas un par de subidas de poca dificultad.
Hemos vuelto a ganar altitud y hay más nieve. Las nubes están más altas y podemos ver la Estación de el Espinar y San Rafael. Tras un ratito, divisamos también la meta en la estación de Otero de Herreros… Aun nos quedan casi dos horas.

Un último reagrupamiento en el cerro del Carmochín y empezamos a bajar, directamente en dirección a los Ángeles de San Rafael.
A la altura del Collado Mayor, nos desviamos a la derecha y abandonamos la cresta para bajar por unas praderas, ya sin gota de nieve, hacia la meta.
Este año han cambiado la ruta. Hasta el año pasado la bajada era más directa, desde el cerro Carmocho hacia la Peña del Hombre. Pero ha habido problemas estos años con los dueños de una finca que atravesaba la ruta y decidieron cambiarla.

Voy bajando a cuatro patas (¡benditos bastones!) y, entre el cansancio y que no ayuda el ver que la meta parece que, por más que ande, no se acerca, la bajada se me está haciendo un poco larga.
Eso sí, mucho más cómoda que la del año pasado, que bajé deslizando todo el camino…

Pasamos el último control de la organización sin detenernos (somos unos indocumentados), nos colamos por debajo de una alambrada (como para agacharme estoy yo ahora mismo…) y atravesamos las vías.
Estación de Otero de Herreros, fin de trayecto.
Apago el GPS, son las 17:05.

Este año nos hemos llevado los coches, para no tener que esperar a pie firme al autobús de la organización.
Volvemos a Segovia y, tras unas cañas, para recuperar y mientras esperamos a los autobuses, nos acercamos a la merienda que ofrece la organización a los participantes.

A casita, una ducha y ¡Al sofá!

¿Conclusiones?
Lo comentábamos en la bajada. Por jodido que hayas acabado una edición, la siguiente repites…

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