domingo, 13 de junio de 2010

Semana de la Arquitectura (I): El Alcázar

¿Qué tal?

A veces se te presentan oportunidades para ver cosas que normalmente no verías.

El pasado abril tuvo lugar la Semana de la Arquitectura de Segovia. Durante cinco días, estudiantes de la Escuela de Arquitectura de la IE Universidad ejercieron de guías en una serie de visitas a diferentes edificios emblemáticos de la ciudad. Enseñando zonas normalmente no accesibles al público y, además, gratis.

Hubo muy poca publicidad y nos enteramos el lunes casi a última hora, pero, a pesar de todo, un grupo de amigos conseguimos ver cosas que un turista normal no ve: Los sótanos y desvanes del Alcázar, las cubiertas y el campanario de la Catedral o las estancias privadas del Torreón de Lozoya.

¿Nos acompañáis en la visita...?


El miércoles era la primera cita.
A las cinco, hora taurina donde las haya, estábamos concentrados a la entrada del Alcázar. Nos recogió una estudiante, joven y tímida, que no dijo demasiado durante la visita, aunque, por lo menos, lo que dijo tenía sentido... (Aprobada)

Acompañados por un guía del monumento, entramos y comenzamos por bajar a los cimientos. Parte visitable, parte para talleres/almacén y parte que Es una zona, junto a la entrada, a la derecha, que han abierto hace poco al público, donde nos explicaron y pudimos apreciar, como el castillo fue creciendo con el tiempo y las reformas, y adaptándose a la roca sobre la que está erigido.













El Alcázar que conocemos hoy es el resultado de innumerables reformas, arreglos y reconstrucciones.
Desde sus inicios como castro celta (se han encontrado restos). Pasando por su herencia romana (el acueducto acaba allí). La alcazaba árabe, reformada y ampliada por los reyes de Castilla (la torre de Juan II del siglo XV). Las reformas de Felipe II al estilo centro europeo, con los altos chapiteles de pizarra, o el patio de armas de estilo renacentista. La ampliación del XVIII cuando se convirtió en Academia de Artillería. Y, finalmente, la reconstrucción tras el gran incendio de 1862.

¿El por qué de la situación geográfica?
Militar.
Situado en lo alto de un risco, a varias decenas de metros sobre la confluencia de dos ríos, con atalayas naturales en los cuatro puntos cardinales y a escasos kilómetros de la Sierra.
Se refleja también esa función militar en los aljibes situados bajos los patios o el pozo de 60 metros de profundidad que permitía sacar agua del río Clamores...

Posponemos la vista normal, dado que hay varios grupos haciéndola en ese momento, y nos dirigimos a la parte alta de la Torre del Homenaje. Visitamos varias salas a las que no tiene acceso el público en general. Una para actos del Patronato o de la Academia de Artillería y otra, recién restaurada, para situaciones similares.



Desde ahí subimos a los desvanes, que nos recorreremos con (mucho) detalle. Vemos las vigas que sostienen las cubiertas de pizarra, todo madera... Los bomberos de Segovia hacen un simulacro de incendio todos los años y el Castillo está dotado con sistemas anti incendios. Y aun así, hace apenas diez años que estuvo a puntito de arder otra vez, por la chispa de un soldador...

Seguimos recorriendo los bajo techos. Almacenes de material semi abandonado y cubierto de polvo, cureñas, maquetas de asedios de siglo y medio de antigüedad, restos de los tiempos de la Academia de Artillería. Cubos de agua rellenados regularmente para humedecer la madera. Pasadizos, cegados o no, que llevan a no nos han querido decir donde...

¡Una cámara oscura!
Cerramos las ventanas de uno de los desvanes, por un agujero entra la luz y, como si de la película de una cámara de fotos se tratase, vemos reflejarse contra la pared opuesta la imagen invertida de lo que hay en la calle: La Catedral de Segovia.
En la sala de al lado, vemos incluso a la gente moviéndose en la entrada del Alcázar.
La cámara de vigilancia o el gran hermano del Siglo XVI.

Bajamos y continuamos con la visita normal, aunque algo más rápida y con explicaciones que no son las que se dan en una visita guiada normal.
Los muros de dos metros que separan la Sala del Palacio Viejo de la Sala de la Galera, son una muestra viva de donde estaba el Castillo original y de donde y como se fueron haciendo las sucesivas obras y ampliaciones.

Nada (o poco) tiene que ver este Alcázar con aquel en el que estudiaba las estrellas Alfonso X o, incluso, aquel otro del que salió Isabel la Católica para ser coronada Reina de Castilla.

¿Y la Torre...?
Sí, subimos a la torre. Mi primera vez después de cuatro visitas...

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